Reformas sí, pero no así
Es claro que la pandemia del Covid-19 y los confinamientos dejaron al descubierto nuestras enormes pobrezas y desigualdades; aunque parece que es aún peor, en palabras del Director General de la OMS “Debo ser franco: el mundo está al borde de un fracaso moral catastrófico, y el precio de este fracaso se pagará con las vidas y el sustento de los países más pobres”.
Cuando se nos enviaron los mensajes desde autoridades nacionales y locales que todo estaba mejorando resultó que todo había seguido empeorando. Primer error. Son entendibles las acciones para darle apertura a la economía y a la movilidad ciudadana como estrategias para salvar puestos de trabajo y posibilitar ingresos a los negocios, pero esto se hizo bajo el entendido que ya todo estaba mejor, así que tuvimos días promocionales, aperturas turísticas, reuniones familiares y sociales. Segundo error. Nuestro sistema de salud está al borde del colapso, incluso peor que en el primer pico, las vacunas aun no empiezan, los medicamentos comienzan a escasear, en una desafortunada estrategia del Gobierno. Tercer error. Los confinamientos le darán el golpe de gracias a muchos comerciantes y empresarios que con sacrificio habían soportado el 2020, la gente de la informalidad seguirá con sus banderas rojas y los que llegan al desempleo, terminarán agotando los ahorros de sus cesantías. El año pasado los y las trabajadoras retiraron de los fondos de cesantías 2.5 billones para atender sus necesidades por la pandemia dada la caída de ingresos o pérdida de trabajo, de acuerdo con Asofondos, esto no es otra cosa que la financiación de la parte de la crisis por las mismas familias y no con recursos públicos, lo que debió ir a inversión terminó en consumo diario. Cuarto error.
Con esta cadena desafortunada de errores, a los que hay que sumar el limitado impacto de las políticas económicas en medio de la pandemia y las desafortunadas acciones para la reactivación, entre otros claro está; el año lo han comenzado desde el Ministro de Hacienda, pasando por analistas de las calificadoras de riesgo e incluso algunos gremios, presionando las reformas estructurales que en efecto el país tanto requiere pero que se proponen con la misma lógica que desde hace treinta años nos ha ido sumiendo en el estado actual de muestra crisis, que, como se ha dicho expressvpn gigapurbalingga en otras ocasiones, no es producto del Covid-19, este aceleró las crisis de un modelo de desarrollo concentrador, depredador e inequitativo.
De esta manera la reforma tributaria, la reforma pensional y la reforma laboral se constituyen en la tarea a realizar en este primer semestre. Además se adornan con el llamado a un paquete adicional de reformas sociales. Y es así porque a partir de julio, con el vértigo de las elecciones a Congreso y a presidencia, absolutamente nadie va a tener cabeza para algo diferente y avast cleanup premium activation code 2017 mucho menos para asumir el riesgo político de reformas que atañen directamente con los ingresos y la calidad de vida de las personas. Aun así, el espacio político para todas estas reformas no es favorable, les va a tocar escoger máximo dos, aunque Fedesarrollo ya avisó una propuesta integral que presentará la próxima semana.
George Soros postuló al neoliberalismo como la doctrina fundamentalista del libre mercado. Joseph Stiglitz en su discurso en la entrega del premio Nobel utilizó el concepto para mostrar los grandes errores que el neoliberalismo había cometido en los años de las llamadas reformas estructurales lideradas por los organismos multilaterales. Y el filósofo Michael Sandel ha planteado que “Hay una conexión muy estrecha entre la fe absoluta en los mercados y la reacción populista”. El Papa Francisco ha venido haciendo llamados importantes para sentar unas bases y valores diferentes, que nos permitan salir de la crisis salvando la humanidad y el planeta. En fin, no son los únicos, teórica y políticamente el modelo ha venido siendo cuestionado en sus bases o mejor en sus creencias, que niegan cualquier ideología pero que llegan a convertirse en eso, en una fe absoluta en lo indefendible, en un fundamentalismo de mercado.
Y es acá donde está la médula del debate que se ha iniciado: ¿Todo tiene que pasar por el mercado como un ente absoluto? La respuesta del si nos ha conducido a donde estamos, en el creer que la vida misma hace parte de una transacción y los que pueden hacerlo, es decir, quienes tienen ingresos y dinero para comprar obtendrán lo “merecido”. Estos son los exitosos. Los demás son solo eso, los demás, el resto, los fracasados. Y en este trasegar buena parte del mundo ha quedado en manos de las grandes corporaciones, de los más poderosos inversionistas. Por ejemplo, las vacunas hasta ahora están concentradas en los países de mayores ingresos, de allí el llamado de la OMS. Los mercados son un importante mecanismo económico, pero lejos están de ser la vía para garantizar una adecuada redistribución del ingreso y la riqueza, más aun, en estos tiempos donde el empleo decente no se garantiza a todas las personas y vendrán tiempos donde la inteligencia artificial disminuirá aún más esa posibilidad.
Miremos por partes. La reforma tributaria busca disminuir los impuestos, ya que los Estados que deben ser mínimos no requieren de mayores ingresos. Los impuestos se distribuyen, ahora sí, en toda la sociedad haciendo que todos paguen de manera igualitaria. De esta manera nos hemos llenado de impuestos regresivos como el IVA que lo van pagando todos los sectores de la sociedad independientemente del ingreso, cuando es esto precisamente el elemento regresivo, el mismo impuesto se paga por el consumo quien gana menos de un salario mínimo o quien gana 4 o 10. Son solo mecanismos que conducen a una mayor concentración. Ahora, se dice que se devuelven a los sectores más pobres, esto por ahora es un deber ser, pero sería un buen camino. En el año 2020 se llegó a un millón de personas y se espera llegar a dos millones en el año 2021. Se hace través de las bases de datos del Sisben y de otros programas de subsidios, los mismos de los que se ha demostrado no son confiables, dando si espacio a la corrupción o a la no devolución.
Parece entonces simple. La alternativa sería eliminar o disminuir parte de las exenciones tributarias existentes (calculadas en 94 billones de pesos en 2020) que se sabe terminan por beneficiar a quienes tienen la mayor capacidad de pago, tanto para empresas como para personas naturales. Lo que en la práctica resulta ser muy complicado ante la capacidad de lobby de quienes usufructúan estas exenciones. No se trata de reducir impuestos para que otros sectores, la mayoría, los asuman se trata de cobrar los impuestos a quienes si los pueden y deben pagar.
Por el lado de la reforma pensional se ha dado una tensión bastante fuerte generada por los fondos privados quienes le siguen apostando a un mercado que representa 294 billones de pesos y por ende siguen presionando para que el sistema se privatice, excepto en los programas de protección a la vejez administrados por el Estado a través de Colpensiones. El camino debería ser contrario, el país tendrá que pensar en la mayoría de la población (70%) que no realiza cotizaciones al sistema pensional y que está lejos de tener ingreso en su vejez, programas además que deben estar alejados de mecanismos como los BEPS, que no constituyen realmente una pensión, sino que son un fondo mínimo de ahorro. Una renta básica para adultos mayores, por allí debería pensarse la solución, la misma que extendida podría ser la solución a los temas laborales.
En la reforma laboral, la que parece si va más en serio, la base sigue siendo una categoría confusa: la productividad laboral y con ella el siempre discurso del alto costo del salario mínimo. Con base en esto la Misión laboral en marcha ha escuchado diagnósticos de distinta índole, con el común denominador que quienes coordinan todo el proceso son quienes han liderado temas como trabajo por horas, salario por regiones, jornal mínimo rural, entre otras alternativas que flexibilizan el mercado de trabajo y profundizan lo realizado. Además, son los mismos que han realizado una serie de cambios al mercado laboral que sumados representan una reforma considerable, les falta la cereza, y está vez esperan lograrlo.
En las últimas tres décadas se ha demostrado que las reformas laborales han conducido al deterioro del trabajo y a la precarización de los ingresos. Lejos están entonces de generase reflexiones profundas en torno a temas laborales cruciales, como los de empleo femenino, juvenil, empleo rural, remuneración al cuidado o la preparación a los efectos de la cuarta revolución industrial. Algunas otras organizaciones sociales y del mundo del trabajo, académicos y personas de relevancia política nacional trabajan en una Misión alternativa, no obstante, el diálogo no se ha dado, los hacedores de políticas públicas de los últimos tiempos se preparan para hacer la reforma que necesitan unos pocos, pero no la que el país espera.
Poca innovación, terquedad en un modelo malogrado y, mejor aún, una nula intencionalidad de resolver los grandes problemas del país. Las reformas son absolutamente necesarias, pero estas deben ir de la mano de rescatar elementos esenciales para garantizar una vida digna. Y esto requiere de elementos como una mayor intervención del Estado y una preocupación concreta para acompañar a la las pequeñas y medianas empresas, a la población vulnerable y a los pobres para que puedan gozar del derecho a producir y vivir decentemente. Las apuestas deben ser como país, a pensarnos en una sociedad posible y a reconocer que ese fundamentalismo del mercado nos ha ido conduciendo hacia la inviabilidad como sociedad. Estamos aún a tiempo de no fracasar moralmente como humanidad.
Jaime Alberto Rendón Acevedo, Director Centro de Estudios e Investigaciones Rurales. Universidad de La Salle
Foto tomada de: Colombia Informa