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El desempleo llegó para quedarse

Jaime Alberto Rendón Acevedo 

La economía marcha por senderos variopintos, aunque los analistas tanto externos como internos estiman un crecimiento promedio del 6.3%, con datos tan optimistas como los de la OCDE que creen en un crecimiento de 7.6% o del FMI que lo estima en 5.1%; lo paradójico es que las calificadoras siguen en su tendencia a quitar el grado de inversión, lo que servirá para que se especule y se encarezca la deuda, además se tiene en el desempleo la variable de mayor riesgo para llegar a los datos esperados.

En efecto, desde diferentes analistas se considera que la mayor preocupación frente a la recuperación económica estará en los empleos que no se recuperarán este año, se habla de 1.3 millones respecto a los datos prepandemia, y la tasa de cierre a diciembre 2021 se ubicaría en 14.8%, 5 puntos porcentuales por encima del dato de cierre del 2019.

Con corte a mayo, el Dane divulgó los datos del mercado laboral, mostrando como la tasa de desempleo se ubicó en el 15.6%, siendo más baja que un año antes, en medio de los confinamientos, cuando se ubicó en el 21.4% y en mayo del 2019 en el 10.5%. Ahora hay que entrar en detalles para comprender la magnitud de las cifras y comparar los datos de hoy frente al año 2019, donde ya se tenía una economía con signos de lentitud.

Hoy se tienen 1.18 millones más de desempleados y 1.51 millones de personas mas en la categoría de inactivos, es decir, son en realidad 2.69 millones de personas que salieron del mercado laboral, obviamente el impacto no es de esta magnitud gracias a que la mayoría de las personas salieron del mercado de trabajo y no están buscando empleo, sea por la razón que fuere, seguro si se está que no lo es por mejoras en los ingresos familiares, que es el escenario ideal para que se aumente la población inactiva. De no ser así la tasa de desempleo sería del 21.9%. Esto quiere decir que ante el retorno a la educación presencial, en especial las mujeres, que se encargan en esencia del cuidado, que son la que más han recibido el impacto del desempleo, saldrán en busca de trabajo aumentando por lo tanto las tasas de desempleo.

De esta manera, la población inactiva por el lado de las mujeres aumentó en 1.2 millones de personas, estando distribuidas en todas las edades, pero siendo superior el efecto en las mujeres entre 25 y 54 años. Las mujeres de más de 54 años aumentaron considerablemente su participación en la población inactiva, aspecto singular ya que a esas edades la dificultad para regresar al mundo laborar es cada vez mayor. El impacto tanto en hombres como en mujeres menores a 24 años, no ha sido sustancial, el aumento es de 103.000 personas, siendo el efecto mayor en las mujeres (159.000).

Por sectores económicos el impacto mayor lo ha tenido la Administración pública y defensa, educación y atención de la salud humana que respecto al año 2019 perdió 396.918 empleos, le sigue Agricultura, ganadería, caza, silvicultura y pesca (387.109); industria manufacturera (320.329); Alojamiento y servicios de comida (212.889); Actividades artísticas, entretenimiento recreación y otras actividades de servicios (195.717). Por el contrario algunos sectores generaron empleos, como Suministro de Electricidad Gas y Agua (81.079); Actividades financieras y de seguros (75.283); Transporte y almacenamiento (24.514).

Llama entonces la atención la huella en la perdida de ocupaciones para el sector agropecuario, y bien paradójico resulta, máxime cuando es un sector que ha respondido con oferta y con aceptables tasas de crecimiento. Sin embargo, las tasas de desempleo respecto al año anterior disminuyen, y los ocupados aumentaron; son los elementos a considerar en las discusiones que se ciernen sobre las dificultades analíticas y con las estadísticas para el sector agropecuario, a lo que se suma lo comentado en columnas anteriores sobre la disminución de la pobreza rural.

Dos cosas entonces para terminar. La primera es la urgente necesidad que se tiene en la ruralidad colombiana de contar con datos confiables. Los análisis sobre la ruralidad se dificultan y las propuestas se tornan difíciles, sabiendo incluso que la ruralidad colombiana contempla el 85% del territorio y en el habita el 24% de la población. La desidia con la ruralidad se refleja tanto en los datos como en las propias políticas públicas. Es urgente una Misión que se encargue del asunto, liderada por las universidades y los gremios del sector.

La segunda tiene que ver co n un llamado de atención al país. La recuperación económica es frágil, para hacerla fuerte se requieren políticas sólidas tanto para la generación de empleos como sociales. La Misión de empleo parece quedó rezagada ante la coyuntura y la Misión Alternativa no tuvo la suficiente atención ante la arrogancia gubernamental. Ya los EEUU y Europa padecieron del desempleo estructural ante la salida de la crisis del 2009, los empleos perdidos jamás se recuperaron y ahora con la pandemia y las inteligencias artificiales la situación se recrudeció. Por ello se ensayan modelos como Renta Básica y la reducción de la jornada. Colombia avanza por el camino de la no recuperación total de los empleos, pero sin políticas que ayuden a contrarrestar la caída de los ingresos de las familias. Con esto hay que esperar entonces aumentos de la informalidad y espirales de pobrezas. Se hacen urgentes decisiones estatales y apoyos empresariales so pena de volver a unos niveles históricos de crecimiento pero con escasa demanda y con poblaciones empobrecidas.

Jaime Alberto Rendón Acevedo, Director Centro de Estudios e Investigaciones Rurales (CEIR), Universidad de La Salle

Foto tomada de: El Colombiano

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